En las comunas de Caldera, Chañaral y Diego de Almagro se observa un preocupante rezago en los aprendizajes escolares, reflejado en bajos resultados en pruebas nacionales como el SIMCE y la PAES. Una alta proporción de estudiantes se encuentra en niveles insuficientes en lenguaje y matemática, lo que limita sus oportunidades de progreso académico y futuro acceso a la educación superior.

A este déficit se suma la escasa incorporación de enfoques pedagógicos que promuevan habilidades clave del siglo XXI, como pensamiento crítico, comunicación y creatividad. Las prácticas docentes actuales no logran responder de manera activa ni contextualizada a las necesidades de los estudiantes, lo que profundiza las brechas formativas en la región.

El problema también se relaciona con factores estructurales: precariedad en infraestructura, alta vulnerabilidad socioeconómica, lejanía geográfica y debilidad en el desarrollo profesional docente y directivo. La falta de formación en innovación pedagógica y gestión curricular, junto con la alta rotación de profesionales, impide consolidar equipos capaces de liderar e implementar procesos de mejora sostenida en las escuelas.

Metodología innovadora centrada en actividades de Resolución Colaborativa de Problemas (RCP), donde los y las estudiantes enfrentan y resuelven desafíos de manera autónoma y colaborativa con la guía del docente, quien a partir de la planificación contextualizada, la escucha activa y la Interacción mediada por preguntas, estimula la reflexión y el razonamiento estudiantil. Esta metodología se implementa en Lenguaje y Comunicación y en Matemáticas, potenciando aprendizajes disciplinares específicos y el desarrollo de habilidades del siglo XXI como: Colaboración, Creatividad, Pensamiento crítico, Comunicación y Carácter.

El modelo de desarrollo profesional docente (DPD) fomenta la práctica activa y la reflexión pedagógica continua, permitiendo que los y las docentes implementen y perfeccionen esta estrategia de aula desde las primeras sesiones, consolidando su rol como agentes de cambio. Paralelamente, los equipos directivos participan en un proceso formativo específico que fortalece su liderazgo pedagógico, asegurando la sostenibilidad de las innovaciones y proyectando el impacto de las prácticas transformadoras más allá de las aulas, hacia toda la institución educativa y el territorio.